La práctica del esquí o de cualquier actividad en un ambiente de nieve, conlleva una serie de circunstancias que incrementan la indefensión de la piel. Así, la altitud sumada a la reflexión de la nieve y a la ausencia de contaminación ambiental, aumentan el efecto de radiación solar con lo que la piel está expuesta a unas dosis más elevadas de radiación ultravioleta. En esta situación es cuando se hace necesaria más que nunca la fotoprotección. Pero. ¿Qué es la Fotoprotección? ¿Qué precauciones habrá que tomar para que nuestra piel no sufra los efectos adversos de la climatología?
LA FOTOPROTECCION
De todos es conocido que un poco de sol puede ser beneficioso, pues éste favorece la formación de Vitamina D en la piel, aumentando la absorción de calcio en las estructuras óseas (muy importante en la época del crecimiento del niño). También que mejora procesos cutáneos como la cutáneos o el acné. Además una piel bronceada hoy día se identifica con un aspecto saludable, deportivo, buena posición social y es una buena tarjeta de presentación personal. Pero el bronceado en una piel sana es la respuesta biológica de defensa frente a la radiación solar de nuestro organismo. Es un medio de autoprotección, no es un fin.
Conviene saber que un exceso de radiación solar no sólo conlleva riesgo de quemadura, sino también efectos a largo plazo como envejecimiento prematuro de la piel, arrugas, elastosis y cáncer de piel.
Son las radiaciones ultravioletas B (UV-B) las principales responsables del eritema solar, mientras que las ultravioleta A (UV-A) lo son de la mayoría de efectos nocivos a largo plazo.
La correcta elección de un fotoprotector formulado con filtros solares que cubran el UV-B y el UV-A nos proporcionará una efectiva protección frente a los efectos nocivos del sol, permitiendo una exposición tan prolongada como sea necesario y sin riesgo.
La clave está en el Factor de Protección solar, un índice que nos da idea del tiempo que podremos permanecer expuestos al sol sin riesgos de quemaduras y cuya elección deberá hacerse siempre en función de nuestra tipología cutánea y de una serie de factores que influyen sobre la intensidad de la radiación solar y que pueden hacer variar las necesidades de fotoprotección.
Por poner un ejemplo, si se decide ir a esquiar a Candanchú (1. 500m de altitud) y la climatología invita a permanecer largo tiempo en las pistas, hay que tener cuidado ya que la piel está expuesta a: 100% de la radiación que incide directamente sobre la piel + 80% de radiación reflejada por la superficie de la nieve + 20% debido a la altura de la estación de esquí. Total = 200%
Si se trata de una ascensión al Everest (8.484 m) el aumento de radiación ultravioleta será de 100+80+118= 298%. Es evidente pensar que en estas ocasiones la fotoprotección habrá de ser mayor, creciendo el FPS de la crema a emplear, proporcionalmente a la radiación recibida.
LA CLIMATOLOGIA INVERNAL
Por otra parte el viento, el frío y una muy baja humedad relativa provocan en la piel síntomas de sequedad y deshidratación. La piel pierde elasticidad, se desvitaliza y se vuelve frágil, haciéndose más evidente este problema al regresar de las pistas.
Sobre este punto, hay algo que conviene aclarar pues es fácil que el esquiador no avezado se pregunte: ¿Y cómo es posible que se deshidrate la piel si estoy rodeado por todas partes de nieve y hielo, que a fin de cuentas no son más que agua?
La explicación es científicamente sencilla de contestar: La nieve y el hielo son agua, efectivamente, pero la baja temperatura ambiental impide la evaporación de la misma con lo que la humedad relativa será muy baja. Y en un ambiente de poca humedad se favorece la pérdida del agua de la piel («TransEpidermal Water Loss» o la pérdida de agua por evaporación que todos tenemos continuamente por nuestra normal actividad física, sudoración o transpiración cutánea) acelerándola.
Si además hay viento, el aire frío y seco aún agravará el problema, aumentando el gradiente de pérdida acuosa comentada. Es por eso que interesa proteger la piel con productos que sin ser oclusivos, sí tengan aumentada su capacidad hidroprotectora. No olvidemos que en los Países Nórdicos y de Centroeuropa es este el tipo de cosmética que priva desde siempre por imperativos climáticos.
¿COMO REACCIONA LA PIEL EN LA NIEVE?
En la nieve, la piel reacciona ante las agresiones comentadas presentando:
— Congestión y quemazón, tirantez y sequedad
— Dolor
— Inflamación
La mejor manera de combatirlo es utilizando un after sun, mejor en forma de crema, que aporte una serie de acciones encaminadas a restablecer el estado normal de la piel: hidratante, suavizante, calmante-antiinflamatoria, bioestimulante de la circulación, epitelizante, hidroprotector, con filtro solar y a ser posible con efecto antienvejecimiento por bloqueo de la formación de radicales libres.
Y todo esto es también útil en Aprés-sky, donde a la piel se la somete sin piedad a un carrusel de agresiones sin medida: calefacción exagerada, humos, ambientes cargados, paseos imprevistos a baja temperatura,
CONSEJOS PRÁCTICOS
Desde el punto de vista cosmético y siguiendo criterios generales, estos serían los cuidados especiales a tener en cuenta en la temporada invernal:
Cara.- Al revés del verano, época en la que el cutis requiere más agua y oxigenación y, por tanto, emulsiones de tipo ligero y fácilmente absorbibles, en invierno el frío congestiona la piel necesitando ésta más protección y abrigo: lo indicado será pues la fotoprotección con una crema hidroprotectora debajo (cremas con más cuerpo y oclusividad selectiva).
Es conveniente también compensar la piel con mucha nutrición por la noche pues en invierno la piel lo admite todo y es insuficiente la crema de día.
Nariz y Pómulos.- Su delicada estructura requiere aquí una intervención apropiada con productos especiales tipo fotoprotección nasal y emulsiones pensadas para esta zona.
TEMA DEDICADO A LA COSMETICA EN LA NIEVE- TEMA DEDICADO A LA COSMETICA EN LA NIEVE